Alabando a: Un puente lejano

Aunque la portada no lo parezca, no es una secuela más de "Mujeres Desesperadas"

Montgomery la lía parda
Hablemos de “The Expendables” (Los Mercenarios). Film capaz de atraer a la masa mediante la congregación de multitud de caretos famosos. Pues bien, hasta aquí cualquier parecido con “Un puente lejano”, pero en este caso, con multitud de caretos famosos… y que han marcado la historia del cine contemporáneo.

Sean Connery, James Caan, Michael Caine, Robert Redford, Anthony Hopkins, Gene Hackman, Collin Farrell…
¿Qué te sugieren estos nombres?, no, no es el Alcoyano Club de Fútbol. Acompáñelos con la historia del mayor fracaso de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial, métalo todo en la coctelera, agítelo bien, y servir frío acompañado de su aperitivo favorito. Eureka, acaba de inventar “Un puente lejano”.

Antes de entrar a valorar muy subjetivamente este título de 1977, y sus impecables 175 minutos de duración, hagamos repaso rápido al argumento, y por ende, a los hechos reales:

“Operación Market Garden”, paja mental del pequeño “cap de cony” (sí, cabeza de coño) Bernard Law Montgomery, conocido entre los colegas como Bernardito “Quiero Ser Erwin Rommel” Montgomery, que supuso la mayor galleta en la Segunda Guerra Mundial para las Fuerzas Aliadas, superando al archiconocido y archihollywoodense Desembarco de Normandía. La idea era tomar rápidamente los puentes Holandeses en poder de los nazis mediante el uso de miles de tropas aerotransportadas (así, lanzándolos del aire en medio de la trituradora alemana, en plan guay), con el fin de que a posteriori, mediante un ejército de tanques y demás “mobiliario” de gran calibre, asegurar dichos puestos, obteniendo así un paso directo hasta las churrerías de tanques alemanes. ¿Cómo acabo la gracia?, pues con la 101 Aerotransportada americana bautizando a la Autopista 69 como “Hell’s Highway” (Autopista del Infierno). Qué dulce.

Este film es REDONDO.

El único “error” seguramente achacable al mismo, por el barato y efectista público Hollywoodense, mascadores de efectos especiales y cartas tiernas de soldados a sus mujeres, es que la seriedad con la que ha sido abordada la película, tratando de abarcar lo inabarcable en unas muy limitadas casi tres horas de película, no permiten que se genere un lazo con algún protagonista (ni existe el mismo), ni que el Director juegue con nuestra empatía como la viuda juega con tu testamento. No esperéis sentimentalismos made in “Salvar al Soldado Ryan”, que aquí no aparece Forrest Gump aguantándole las tripas (y de paso los labios) al bueno de Buuuubba.

También hay que ser precavido con las interpretaciones, pues no es la octava maravilla de ninguno de los actores de renombre anteriormente expuestos, no por carencia de facultades, sino porque el ritmo frenético con el que se traslada nuestro amigo, el incasable narrador de historias que es el cámara, entre los tres puentes, hace imposible cualquier tipo de lucimiento. Incluso la participación de un jovencísimo Colin Farrell queda limitada a lo que se habría llamado “cameo” de haber sido por entonces un actor famoso, y no el simple mojigato y mameluco secundario recién iniciado y desvirgado en el cine que era por entonces.

Otra cuestión que limita a las interpretaciones son los clichés, los estereotipos que en el presente caso, lejos de ser un lastre, era un clásico en el cine de la época, siendo incluso de utilidad para el espectador a fin de poder diferenciar, fácilmente, a qué ejército pertenece cada personaje ante semejante plétora de fuerzas que fueron reunidas para ser masacradas “felizmente en familia”. Hablamos de un General de Brigada Británico Sean Connery constantemente con una taza de té en la mano, de un General de Brigada Polaco Gene Hackman frío y reservado en exceso, de un Mayor Americano Robert Redford “chulo chulo como su pirulo”, o de un Teniente General Americano con un puro en la boca, cara de mala ostia, y dirigiendo a sus soldados cual putitas (por ejemplo).

Inolvidables escenas para el recuerdo, como es ver a miles de soldados (seguramente muñecos) saltando en paracaídas desde los “aviones-cometa” (aviones extra-ligeros de transporte de soldados, sin ningún tipo de motor, y que volaban porque un avión mayor tiraba de ellos cual cometa…) a plena luz del día, o un Robert Redford suicida cruzando el río del Rin entre cañonazos alemanes mientras reza unos siempre útiles Ave Marías “de bolsillo” (imprescindibles en el kit “Sé un buen soldado”), o el constante fuego cruzado en los puentes.

Notas:

Argumento: 9,75 – Por dos motivos: 1) Se aborda eficazmente unos hechos tan extensos, producidos en tres lugares a la vez, y sin provocar confusión en el espectador, alejándonos del omnipresente “Día D”. 2) Precisamente eso, no es el Desembarco de Normandía (otra vez). Aleluya.

Efectos especiales: 9,75 – Impresionante. Desglose de medios impensable para la época (1977).

Duración: 9 – De ser Director, le habría echado una horita más de duración, tranquilamente. A quien se le antojara larga, a su puta casa.

Interpretaciones: 9 – El argumento y la perspectiva con la que se toma el mismo no dan lugar a grandes alardes ni al lagrimeo fácil, lo que lo vuelve mejor todavía, ayudando a una mayor objetividad. Interpretaciones funcionales, como estar allí fusil en mano. Sin polladas también se hace cine.

Total: 9,5 – Su rigor y seriedad absolutos la vuelven la mejor película de la Segunda Guerra Mundial jamás contada. Seas un gafapasta, un friki, un geek, o un humano, imprescindible verla al menos una vez en la vida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El Collin Farrell de Un Puente Lejano no es el Collin Farrell famoso de hoy dia es otro Collin Farrel. El "nuestro" acababa de nacer cuando hicieron la película.